Michi
Como cualquier otro gato callejero, busca el consuelo y acercamiento a un ser humano para sentirse acompañado y protegido además de la alimentación que le damos. La preocupación cuando ves babear a un gatito y su cara decaída que te conquista por la falta de estima es la primera alerta. Decidimos llevarlo al veterinario simplemente para hacer un diagnóstico superficial. Lo anestesian, ya que los nervios lo traicionan y se altera, le extraen sangre para comprobar que finalmente es negativo en leucemia e inmunodeficiencia felina (de haber sido positivo lo habrían sacrificado ante la peligrosidad y sus pocas posibilidades de alimentación). Las llagas en la boca son sospechosas de posible calicivirus felino. Se le administra antibiótico y ahora a la espera de 15 días para revisar el progreso, nos planteamos lo siguiente. Si un gato es llevado al veterinario para esterilizar y se devuelve a la calle, sin analizar sus condiciones sanitarias, estamos evitando el aumento de ejemplares en nuestras calles, pero no la propagación de enfermedades. El coste de dichas pruebas no lo cubre el ayuntamiento, es particular nuestro. Podemos tener una ayuda porcentual del centro veterinario, pero sigue siendo un coste elevado. Lo único que podemos hacer es revisar diariamente nuestros animales en las colonias, al leve síntoma sospechoso mantener en vigilancia constante. El calicivirus se contagia de forma fulminante por secreciones, excrementos, contacto con bebederos, comederos, juguetes, mantas... Michi es un gato más, cariñoso y no causa ningún problema. Cruzaremos los dedos para que no sea calicivirus y sus llagas desaparezcan. Por el momento está controlado y sería maravilloso encontrarle adopción por parte de alguien que no tenga otros gatos.
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